La mesa redonda «Diálogos por el derecho a la alimentación: compartiendo buenas prácticas», promovida por el área de Cooperación Internacional de Cáritas Española y enmarcada dentro de la difusión de los proyectos destinados a garantizar el derecho a la alimentación de personas y comunidades, se celebró el pasado viernes día 29 de junio en el Centro Diocesano de Empleo. El acto contó con la participación de María Rosenda García, Alejandro Farfán y Ana Julia Aicoion, de Cáritas Guatemala, Juan Pablo Durón, de Honduras y colaborador de Cáritas Española en Centroamérica, y Elena López Picasso, referente en Cáritas Española para Guatemala.
Los contertulios estuvieron hablando de la situación en la que se encuentra Guatemala para explicar su situación alimentaria. De esta manera, se pudo ver cómo es un país multicultural, plurilingüe y multiétnico, con una riqueza que se ve reflejada en los 25 idiomas que forman parte de su identidad, además de contar con un importante número de lugares considerados como patrimonio de la humanidad. El maíz, por su parte, base en la alimentación guatemalteca con gran significado cultural, histórico y religioso, junto con los frijoles, son alimentos básicos de la dieta.
Con todo, Guatemala es el quinto país de América Latina con más desigualdad y cuenta con un 62,4% de su población que vive en situación de pobreza media, el 29,6% en pobreza extrema y el 3,6% en pobreza severa. Está clasificada entre los países de América Latina y el Caribe con mayor vulnerabilidad a la inseguridad alimentaria y nutricional, y más del 40% de los hogares tiene incertidumbre sobre su alimentación y realiza ajustes en su presupuesto familiar que afecta a la calidad de su dieta. Respecto a la infancia, el 46% de los menores de 5 años sufren desnutrición crónica y esta desnutrición hace que se perpetúe el ciclo de pobreza, comprometa su futuro y el pleno ejercicio de otros derechos a lo largo de toda la vida.
Los primeros 1.000 días de vida (desde el embarazo hasta los 2 años) es la etapa más importante para el ser humano y donde se logra el mayor desarrollo físico, social, emocional y cognitivo, por lo que los efectos de una alimentación deficiente en este periodo son irreversibles y si no se toman las medidas oportunas a tiempo, afectará al adecuado desarrollo de las habilidades esenciales como pueden ser el lenguaje, la psicomotricidad, la memoria y capacidad de aprendizaje.
Ante esto, desde 2015 Cáritas Guatemala, con el apoyo de Cáritas Española, está implementando un proyecto que busca reducir la desnutrición infantil en 4 municipios de los departamentos Quetzaltenango y Sololá desde la equidad de género y la integración de las cosmovisiones indígenas, financiado por la Agencia Española de Cooperación para el Desarrollo (AECID).
La intervención está centrada en los niños menores de 5 años y las mujeres embarazadas, lactantes y en edad fértil y tiene como objetivos principales mejorar su alimentación y nutrición, con una producción agropecuaria de alto valor nutricional, pertinencia cultural y respetuosa con el medio ambiente; reducir la incidencia de enfermedades respiratorias y diarreas, con un alto impacto en el adecuado desarrollo de la infancia mediante el fomento de un ambiente y hábitos saludables; fortalecer la institucionalidad comunitaria y municipal en materia de seguridad alimentaria y nutricional; y fortalecer las capacidades de los agentes de Cáritas de Guatemala, la gestión orientada a resultados y la redención social.
Conocer el entorno en el que se trabaja es imprescindible para el buen desarrollo y eficacia del trabajo que se desarrolla, por lo que es necesario identificar los factores que, de forma más directa, afectan a la salud y nutrición de las familias más vulnerables para personalizar la atención y asesoramiento para el cambio de comportamientos de las familias.
Por ello, en el marco de este Convenio AECID, Cáritas ha desarrollado un sistema innovador de monitoreo que permite personalizar la intervención en base a la realidad de cada familia, tomar decisiones de forma ágil, establecer correlaciones entre distintas variables, concienciar a las familias sobre la realidad de la desnutrición infantil, sus causas y consecuencias, incidir en los titulares de obligaciones para el desarrollo de políticas públicas efectivas, y compartir información y articularse con otros actores.
El Derecho a la Alimentación, reconocido por la legislación internacional, protege el derecho de todos los seres humanos a alimentarse con dignidad, ya sea produciendo su propio alimento o adquiriéndolo. Para ello, es necesario que los Estados proporcionen un entorno propicio en el que las personas puedan producir o procurarse una alimentación adecuada para sí mismas y para sus familias.